Bitef

il s’efforce de calmer les villageois furieux en prononçant en espagnol les paroles évangéliques : » Que celui qui est sans péché lui jette la première pierre!«. Mais la foule l’insulte et montre les dents. Avec une rage désespérée, le sacristain lance les »divines paroles« qu’il a auparavant prononcées en vain: »Qui sine peccato est vestrum, primo in Ulan lapidem mitât«. Devant elles, le peuple fait silence et perd sa fureur, vaincu par l’écho millénaire, acceptant avec soumission une vérité qu’il ne comprend pas, qu’il n’a peut-être jamais comprise et qu’il ne comprendra sans doute jamais. La femme adultère est pardonnée et exaltée. Elle resetra jusqu’à la fin de ses jours prisonnière, ligotée, dngloutie dans un monde obscur, à l’atmosphère raréfiée, gouverné par mille superstitions et des milliers d’incantations que personne ne comprend mais auxquelles tout le monde obéit. Dans un monde de »divines paroles «.

autobiografia f»Eustuvo el comienzo de mi vida lleno de riesgos y azares . Fui hermano converso en un soldado en tierras de Nueva España. Una vida como la de aquellos segundones hidalgos que se enganchaban en los tercios de Italia por buscar lances de amor, de entonces, tengo una divisa, y esa di visa es como yo, »Desdeñar a los demás y no amarse a si mismo.« »Hoy, marchitas ya las juveniles flores y moribundos todos los entusiasmos, divierto penas y desengaños commentando las Memorias amables que empezó a escrobir en la emigración mi doble tio el marqués de Bradornin. Aquel viejo cinco, descreído y galante como un cardenal del Renacimiento! Yo, que en buena hora lo diga, jamás sentí el amor de la familia, lloro muchas veces, de admiración y de ternura, sobre el manuscrito de la Memorias. »Todos los años el día de difuntos mando decir misas por el alma de aquel gran señor, que era feo, católico sentimental. Cabalmente yo también lo soy, y esta semejanza todavía le yo también lo soy, y esta semejanza todavía le hace más caro a mi corazón. »Apenas cumplí la edad que se llama juventud, como final de unos amores desgraciados me embarqué para México en La Dalila, una fragata que al siguiente viaje naufragó en las costas de Yucatán. Por aquel entonces era yo algo poeta, con ninguna experiencia y harta novelería en la cabeza. Creía de buena fe en muchas cosas que ahora pongo en duda y, libre de escepticismos, dábame buena prisa a gozar de la existencia. Aunque no lo confesase, y acaso sin saberlo,

era feliz: soñaba realizar altas empresas, como un aventurero de otros tiempos, y despreciaba las glorias literarias. »A bordo de La Dalila lo recuerdo con orgullo asesiné a sir Roberto Yones. Fue una venganza digna de Benvenuto Cellini. Os diré cómo fue, aun cuando no sois capaces de comprender su belleza;pero mejor será que no os lo diga; seríais capaces de horrorizaros. Básteos saber que a bordo de La Dalila solamente el capellán sospechó de mí. Yo lo adiviné a tiempo, y confesándome con él pocas horas después de cometido el crimen , le impuse silencio antes de que sus sospechas se trocasen eu certeza, j> obtuve, además, la absolución de mi crimen y la tranquildad de mi conciencia. »Aquel mismo día la fragata dio fondo en aguas de Veracruz, У desembarqué en aquella playa abrasada, donde desembarcaron antes que pueblo alguno de la vieja Europa los aventureros españoles. La ciudad que fundaron y a la que dieron abolengo de valentía, espejábase en el mar quieto y de plomo, como si mirase fascinada la ruta que trajeron los hombres blancos. Confieso que en tal momento sentí levantarse en mi alma de hidalgo y de cristiano el rumor augusto de la Historia. Uno de mis antepasados. Gonzalo de Sandoval, había fundado en aquellas tierras el reino de la Nueva Galicia. Yo, siguiendo los impulsos de una vida errante, iba a perderme con él en la vastedad del viejo Imperio azteca, Imperio de historia desconocida, sepultada para siempre con las momias de sus reyes, entre restos ciclópeos que hablan de civilizaciones, de cultos, de zas que fueron y sólo tienen par en ese misterioso cuanto remoto oriente. Después abrid, Santillana, un paréntesis aquí, y poned en él de mí cuanto más os diere gana.« (Ramón María del Valle-Inclán)

Mi querido amigo: •afagÉfts -m ш"M /¥ Machas gracias Шi- por el ejemplar de íft i I ‘-I Divinas тЖсаШ^ bondad de jr enviarme. Estoy volviendo a leer la maravillas tragicomaedia, V una de las obras de usted que Ш más me gustan y desde luego, A por su revuelta fuerza de •*, ШШ invención, por su multiforme pasión interna, por sus colores, por su lenguaje y estilo, sintéticos de la jerga total española de todas las Españas —, la única obra » teatral « que se ha escrito en español, desde las mejores Romance de lobos de usted mismo. He en viado un ejemplar de Divinas palabras a Lennox Robinson, uno de los directores del Abbey Theatre de Dublin, donde, como usted sabe, dan sus representaciones normales los famosos y exquisitos irish players. El otro día le decía